La vida, esta caprichosa compañera, ha decidido agasajarme con un regalo inesperado y me ha concedido, como un deseo, la posibilidad de disfrutar de una ciudad preciosa.
Así que me presentó de nuevo a Córdoba, que aunque ya la conocía de un breve encuentro, es en esta ocasión cuando estoy teniendo la oportunidad de charlar y conocerla con la tranquilidad que se merece, con calma y poco a poco, como se alcanzan las cosas buenas.
Y estoy descubriendo una Córdoba azul, acogedora y tibia,agradable hasta lo entrañable, vital y preciosa.
Una ciudad que me ha acogido y abarcado con sus cálidos brazos en un abrazo delicado pero poderoso y reconozco que me he enamorado.
De sus paisajes, sus sabores, y sus acentos. De la simpatía de su gente, de sus naranjos y sus palomas blancas. De sus parques, sus puentes y sus callejuelas.
Así que cuando creí que nunca más me sentiría tan llena de vida asombrosamente me asalta con un trabajo envidiable, un reconocimiento inesperado y sobre todo... unos seres tan estupendos.
Solo puedo agradecerle a tanta gente tanto cariño que me está demostrando, compañeros, alumnos y demás que cada día me hacen sonreír, disfrutar y aprender. Que son tan interesantes y genuinos.
Seguiré en este "país de las maravillas" el tiempo que me toque y disfrutando los instantes como si no hubiera un mañana.
Eso nada ni nadie me lo va a poder quitar ya.
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